Un transatlántico llamado Real Zaragoza anda a la deriva. La contundente derrota de ayer por dos goles a cuatro ante el Oviedo así lo refleja, pero este barco venía avisando semanas atrás de su naufragio. Y es que este equipo ha conseguido el -dudoso- mérito de ser el único Real Zaragoza con cinco derrotas consecutivas como local en sus 88 años de historia. Por cierto, derrotas que se han producido en el momento trascendental de la temporada, donde no se puede fallar.
El partido ya comenzaba mal. El Oviedo salía mejor plantado y el Zaragoza daba un paso atrás respecto a los inicios en las dos anteriores jornadas, donde, recordemos, mostró su mejor versión y consiguió tomar la delantera en el marcador. Tras varios avisos, Obeng, joven delantero titular ayer el conjunto visitante, anotaba a placer en el segundo palo una jugada que se cosechó en el sector izquierdo del Real Zaragoza, donde ni Zapater, ni Nieto, ambos a la misma altura y sin escalonar, fueron capaces de cerrar su banda. Lejos de levantarse, a los maños les entraron todavía más dudas y, sumadas a las prisas, ya estaba formado el cóctel perfecto para la catástrofe. De nuevo, una falta innecesaria en el último minuto de la primera parte dio lugar al 0-2, uno de esos goles que hacen mucho daño al aspecto mental de los equipos. Buen balón puesto al segundo palo y Sangalli, haciendo fiel reflejo de su bien pie diestro, conectaba una bolea potente y ajustada al palo izquierdo de Cristian Álvarez. Dos de desventaja y a vestuarios.
El segundo tiempo comenzaba todavía peor. Sí, aún cabían más capítulos en el diario de desgracias del Real Zaragoza. Penalti del canterano Enrique Clemente en el primer minuto y frenazo en seco a las aspiraciones de remontada en la segunda parte. Sin embargo, la diosa fortuna -si existe para el Real Zaragoza- se encargaría de darle una vida extra a los de Víctor Fernández: Rodri enviaba la pena máxima al larguero. Los blanquillos lo intentaban y de hecho encorralaron al Oviedo en su campo, pero eso no era más que una trampa preparada por el ‘Cuco’ Ziganda -técnico carbayon- para aumentar la ventaja. Los asturianos son un equipo que se encuentra a gusto sin balón y que se muestra letal en transición tras robo. De hecho, así llegaría el tercero en el minuto 79, con una contra que acabaría con remate de Yoel Bárcenas ante el que Ratón, que salió en suplencia de un Cristian Álvarez lesionado, no pudo hacer nada. Al Real Zaragoza no le salía nada e incluso perdía una de sus bastiones principales, el meta argentino. Y cuando todo te sale mal poco tardan en sumarse a la fiesta viejos conocidos como Ortuño, que anotaría el 0-4 en una acción donde nadie le impidió girarse en la frontal del área y conectar un disparo raso y con potencia. Así pues, la debacle estaba servida, 0-4 y un aluvión de cosas a reprochar a un equipo que ha demostrado a lo largo del año que sabe hacer las cosas de una manera diferente. En los minutos finales, primero Linares y después Kagawa se encargarían de maquillar un resultado que ciertamente es engañoso, puesto que en la balanza de ocasiones y méritos quizás el Oviedo debió de apuntarse una goleada mayor.
Una derrota que va más allá de tres puntos perdidos. Lo primero supone tirar por la borda -siguiendo con el símil del transatlántico- toda la ilusión generada tras la oportunidad que el Huesca había concedido al perder en Santander. Y es que, recordemos, que si el guion hubiera sido distinto y si por un casual el Zaragoza hubiera vencido ayer, ahora estaríamos hablando una película bien distinta, con los blanquillos segundos y dependiendo de sí mismos a falta de dos jornadas.
Pero es que los tiros no van por ahí. Y ni pasan cerca. El Zaragoza registra unos números de terror: 7 de 27 puntos tras la vuelta al fútbol, con 18 goles en contra, tan solo 11 a favor y 3 semanas sin ganar, lo que viene a ser todo un mundo en este ‘nuevo fútbol’. Pero es que son precisamente los números lo que le dan todavía vida al Real Zaragoza, puesto que aún sigue a dos puntos del ascenso directo a falta de dos jornadas para el final. Sin embargo, parece que el equipo, en estos momentos, no está para esas cotas.
Pero ojo, porque el Zaragoza no se puede despistar porque tampoco tiene asegurado matemáticamente el Playoff. Sin embargo, irónicamente cualquiera se atreve a aventurar nada tras lo visto en estas últimas jornadas y es que estamos ante escenarios realmente cambiantes. Cualquier cosa puede pasar, pero lo que realmente es seguro y cierto es que el Real Zaragoza necesita cambiar y mejorar. Y no precisamente poco.